Los cristianos de todo el mundo enfrentan algo nuevo con el COVID-19. Todos necesitamos del otro – para las ideas, para el aliento, para la esperanza. Nuestra serie «El ministerio en tiempos de COVID-19» se basa en conversaciones virtuales con diversos líderes de todo el mundo, para saber cómo enfrentan y cómo se muestra Dios para unir y fortalecer a la iglesia durante este tiempo.

Beatriz Sarkis es parte de la Iglesia Católica Romana, y miembro del Movimiento de los Focolares. El Movimiento de los Focolares se centra en la renovación espiritual y social y tiene por objetivo difundir el mensaje de unidad en todo el mundo. Beatriz es brasileña, y actualmente vive en Italia.
Para la conversación en inglés ver, youtu.be/QahRO_lHgqI
¿Cómo se desarrolla el ministerio en su contexto actualmente?
La pandemia me ha ayudado a mí, como católica, y a mi comunidad, el Movimiento de los Focolares, a experimentar personalmente una situación en la que «todo se derrumbó y nos enfrentamos continuamente a la muerte». El Movimiento de los Focolares, fundado en el Evangelio, fue una respuesta a la crisis de la Segunda Guerra Mundial. Así que esas mismas palabras de Chiara Lubich nos han ayudado a no perder la esperanza, sino a repetir hoy: «todo se derrumba» y sólo Dios permanece.
Al trabajar en el Secretaría Ecuménica del Movimiento de los Focolares, veo que hay una gran oportunidad, junto con los cristianos de las diferentes iglesias, de redescubrir y dar testimonio de manera renovada la base fundamental de nuestra fe: «Dios es amor» (1 Juan 4:8) y Padre de cada uno de nosotros, y de buscar juntos nuevas formas de ser canales de Su amor por la humanidad – orando juntos y actuando juntos en la caridad.
¿Qué relaciones o asociaciones se están formando entre las denominaciones o grupos de fe?
La pandemia ha desafiado nuestras relaciones y cooperación establecidas con muchos otros cristianos. Curiosamente, han sido las nuevas generaciones las que nos han ayudado a encontrar y adoptar nuevos métodos para estar juntos: los niños de nuestro Movimiento cuentan los pequeños o grandes actos de amor que han realizado para superar las dificultades de tener que quedarse en casa.
Nuestros jóvenes siguieron adelante con las celebraciones de la Semana Mundo Unido, que se celebra anualmente del 1 al 7 de mayo. Debido a la pandemia, la semana se celebró en línea este año, tanto a nivel local como mundial. Se celebraron más de 700 eventos en unos 70 países, todos ellos completamente en línea. Todos se sintieron tan cerca a pesar de estar lejos: una cercanía con propósito…
Como Secretaría Ecuménica, trabajamos con los jóvenes para organizar una transmisión en línea de oraciones internacionales preparadas por cristianos ortodoxos, luteranos, reformados, pentecostales y católicos de diferentes países.
La Semana Mundo Unido nos ha mostrado que nuestro mundo tiene hambre de unidad y que como cristianos podemos dar testimonio de esto. Lo más valioso es que durante la semana muchos se encontraron con Dios. El amor es creativo.
¿Cuáles son las lecciones que ha aprendido sobre la fe y su gente que durarán más que la pandemia?
En primer lugar, esta pandemia ha sido un fuerte llamado a «reconstruir nuestras casas sobre la roca» (Mateo 7:24-25). En otras palabras, un llamado a renovar nuestro compromiso de vivir la Palabra de Dios, de permitir que la Palabra nos guíe, nos fortalezca, nos haga salir de nosotros mismos para servir a quienes nos rodean.
Ha sido un tiempo para experimentar el poder de la oración y redescubrir el valor del ayuno como una fuente importante de gracia. Todo esto me ha ayudado a percibir la acción del Espíritu Santo incluso en medio de tiempos tan difíciles.
También he aprendido que somos realmente un cuerpo, profundamente conectado a otros en todo el mundo. Si no encontramos una forma de redefinir nuestra vida política y social para atender concretamente las necesidades básicas de todos y cada uno de nosotros, entonces ninguno podrá prosperar.
Otra lección fue darse cuenta de que es posible construir relaciones de solidaridad y amor incluso en situaciones difíciles y espero que esto siga creciendo cada día, incluso cuando termine la crisis. Tal vez algo en lo que pensar es el pasaje de las Sagradas Escrituras: «No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma» (Mateo 10:28).
¿Cómo está pensando en su ministerio posterior a la pandemia?
Para ser honesta, aún necesitamos reflexionar sobre nuestra experiencia de estos 60 días de cuarentena.
El lado oscuro de esta experiencia ha sido el número de personas que sufrieron la pérdida de sus seres queridos, que murieron en soledad.
En lo que respecta a nuestro mundo tenemos que repensar nuestra relación con la creación. La economía tiene que ser re-fundada sobre principios de igualdad y solidaridad: una verdadera «economía de comunión», capaz de asegurar una cultura económica basada en valores evangélicos como el compartir, el dar libremente y la reciprocidad.
Se debe construir la fraternidad en todas las esferas de la vida, y la fraternidad no puede evitar la experiencia de la cruz. Fue en la cruz que Jesús hizo suyo todo tipo de dolor, división, desesperación y tristeza, para enseñarnos que el dolor aceptado y transformado en amor es una fuente de esperanza y vida.
Positivamente, nos hemos dado cuenta de que en estos últimos meses ha habido un aumento de la solidaridad, y debe continuar. Hemos sido capaces de superar las barreras de la distancia creando y/o fortaleciendo los lazos de comunión.
También ha sido un tiempo para que nosotros profundicemos nuestra relación personal con Jesucristo y también la forma en que la misión puede llevarse a cabo a través de la intercesión. Necesitamos incorporar muchos de estos elementos en nuestra vida diaria.
Ciertamente nos ha quedado claro que podemos crecer en la comunión incluso en los momentos más difíciles… el Espíritu Santo sopla donde quiere.