Tercera Semana

Y me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en medio de la calle de la ciudad. Y a cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce clases de fruto, dando su fruto cada mes; y las hojas del árbol eran para sanidad de las naciones. Y ya no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará allí, y sus siervos le servirán. Ellos verán su rostro, Y ya no habrá más noche, y no tendrán necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y reinarán por los siglos de los siglos.

Apocalipsis 22:1-5

El capítulo 22 de Apocalipsis es el final de nuestras sagradas escrituras, el último capítulo de la Biblia. Nos revela la intención última de Dios para el mundo, para la Iglesia y para la humanidad. Describe la visión divina de sanidad y unidad. Hacia esta visión de sanidad nos dirigimos: «Todo irá bien, y todo irá bien, y todas las cosas irán bien” como lo dijo Juliana de Norwich. Dios nos ha dicho que a través de Jesucristo, el Cordero de Dios, nuestra historia termina en sanidad. Nuestra historia termina en la presencia eterna del amor infinito de Dios, cuando la iglesia será una y veremos plenamente el rostro de Dios. Termina con la redención de nuestros corazones, la sanidad de nuestras divisiones y la renovación de toda la creación. El Apocalipsis es la promesa de Dios de que todo lo quebrado será hecho nuevo en Jesucristo. Podemos confiar en el poder y la promesa de la resurrección de Cristo, primicia de lo que vendrá. Podemos vislumbrar ese hermoso mundo incluso ahora, en momentos de perdón y reconciliación, en actos de compasión y de cuidado.

Au cours de cette semaine, laissez ce chapitre 22 de l’Apocalypse vous attirer vers quelque chose de merveilleux et de magnifique. Laissez la promesse de guérison et de rédemption vous donner la confiance nécessaire pour discerner les actes de bonté de Dieu tout autour de vous. . Cette semaine, nous prions pour que le Rassemblement Mondial du FCM nous apporte un aperçu de l’unité et de la fraternité à venir lorsque nous joignons nos voix pour chanter la louange éternelle.